jueves 6 de agosto de 2009
El Cementerio de las Siete Catacumbas (Brasil)
(Jaboticabal en la foto)
Un grupo de profesionales, entre ellos: médicos, psiquiatras, químicos, físicos y demás, realizaron un experimento parapsicológico en un lugar remoto, cercano a Sao Paulo, En Brasil. Ésta es una zona boscosa y poco transitada, el lugar se llama “el cementerio de las siete catacumbas”, concretamente, próximo a la aldea de Jaboticabal.
La historia deja un sobrecogimiento a quién la escucha. Los investigadores acudieron al lugar porque los nativos hablaban de: apariciones de espectros, sonidos parecidos a llantos, y a gente emitiendo alaridos de dolor, como si estuvieran quemándose. La investigación dice que bajo las siete lápidas del camposanto en realidad había más de 200 cadáveres, en su gran mayoría fallecidos por causa de fiebre amarilla. Lo asombroso es que las fotos registraron algo impresionante, y lo peor, el equipo no quiso volver al lugar, un lugar donde se respiraba el hedor de carne humana quemada y demás sensaciones paranormales.
Estas lápidas datan de finales del siglo XIX, eran la punta del iceberg de una historia nefasta, llena de dolor y misterio.
El psicoterapeuta y farmacólogo brasileño Geraldo Medeiros Júnior y un grupo de dieciocho personas, todas ellas profesionales, realizaron un experimento parapsicológico en el aislado cementerio de las siete catacumbas, en la oscuridad de la noche. Se dividieron en 4 grupos situados en puntos estratégicos del camposanto, próximos a una capilla y a las tumbas. Instalaron varias cámaras fotográficas analógicas sobre trípodes, las apuntaron hacia diversos puntos del cementerio y las dispararon sin flash. Al inicio todos estaban muy animados con el experimento, pero, a medida que el tiempo pasaba, las personas experimentaron cambios súbitos de humor: algunas estaban deprimidas, otras melancólicas y a medida que el experimento tomaba cuerpo, las personas pasaron a tener sensaciones e imágenes mentales. Sensaciones de que el suelo se movía y sensaciones de personas presentes, de varias personas, inclusive se podría hablar de una multitud.
Médicos, químicos, físicos, y otros profesionales involucrados en el experimento captaron mentalmente imágenes de personas desconocidas que gritaban pidiendo auxilio desde una dimensión desconocida. Una escena que se repetía una y otra vez, como si hubiera quedado atrapada allí para siempre.
Próximo al final el experimento los presentes empezaron a percibir sensaciones más nítidas del terreno, el mismo que se movía sin cesar, y este movimiento venía acompañado de un extraño hedor, un olor nauseabundo a carne humana quemada. Todos se sintieron impresionados, lo que llevo a plantear la teoría de que, debajo de la tierra, pudieran existir cientos de cuerpos enterrados.
El experimento terminó cerca de la media noche. Al día siguiente revelaron los carretes de las cámaras fotográficas empleadas y para sorpresa de todos descubrieron no una, sino cientos de luces, de misteriosas luces, que no habían sido percibidas a simple vista. Las luces se hallaban próximas a la capilla y a las tumbas. Al inicio eran pocas, pero a medida que pasaba el tiempo se multiplicaron hasta llegar a conformar una amplia gama de destellos o focos luminosos. Otro de los presentes percibió sensaciones psíquicas que le instaban a que se alejase del lugar cuanto antes.
Geraldo José de Barros da su testimonio:
“Uno siente calor, uno tiene la sensación de frio. A veces surge temor a causa de una cosa mala e inaudita y sin mucho control sobre ello. Uno en función de eso, busca saber lo que ocurre en aquel sitio y va encabezando aquella sensación”.
Posterior al experimento, Medeiros y el resto del equipo buscaron información histórica sobre Jaboticabal y el cementerio de las siete catacumbas y las sorpresas llegaron:
Encontraron que, entre 1896 y 1897 tuvo lugar, en ese preciso lugar, una epidemia de fiebre amarilla que mató a más de 200 personas, entre brasileños e inmigrantes de diversos países. Los cadáveres eran quemados en pilas para evitar el contagio y posterior a ello eran enterrados en aquellas fosas comunes. Este hallazgo quizá de respuesta a aquellas manifestaciones de luces, acompañadas de las sensaciones percibidas en el camposanto por quienes realizaban el experimento. ¿Serían las imágenes de un recuerdo del pasado?
Un lugar en verdad sobrecogedor.
Fuente: Cuarto Milenio
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